La psicología de las plantas: el futuro
Explorando la inteligencia vegetal y sus similitudes con la inteligencia animal. Una línea de investigación prometedora para la definición del primer paradigma de la psicología como ciencia.
Hace unas semanas encontré un ensayo de Ethan Ludwin-Perry titulado “Why Psychology Hasn't Had a Big New Idea in Decades”. En este, el autor argumenta que la psicología ha estado en una fase de estancamiento teórico caracterizada por una crisis de replicación, una enfoque excesivo en resultados positivos y una falta de integración interdisciplinaria. Dicha fase la define como proto-paradigmática, atendiendo a la falta de un marco teórico unificado con base en el concepto de cambio de paradigma de Thomas Khun1. En otras palabras, argumenta que la psicología es una pre-ciencia, y propone la revitalización de esta misma a partir de la fomentación a la apertura a nuevas ideas, la revisión y actualización de teorías existentes, y la promoción de la colaboración interdisciplinaria.
Para esta última propuesta, recomienda el estudio de la psicología de las plantas. Al principio me pareció extraño, pues dentro de mi ignorancia nunca me parecieron las plantas merecedoras de un estudio profundo para la comprensión general de la psicología, sin embargo, sus argumentos cambiaron mi percepción. Argumenta que actualmente la mayoría de las investigaciones psicológicas estudian adultos entre los 20 y 30 años, en su mayoría estudiantes de psicología estudiando en universidades estadounidenses. Por lo tanto, sería prometedor expandir éste círculo, tal vez volviendo a los métodos de los conductistas, incluyendo a todos los animales, o tal vez podríamos ir más lejos, incluyendo a otros seres vivos, como las plantas.
Teniendo esto en cuenta, me di la tarea de estudiar la evidencia sobre el comportamiento y la cognición de las plantas. En el presente ensayo expongo lo encontrado, así como una reflexión sobre las implicaciones de estos resultados sobre el progreso de la psicología como ciencia.
La inteligencia de las plantas
Desde el año 20032, la idea de que las plantas son seres inteligentes ha sido un tema controversial. Pero para discutir lo anterior, primero es necesario definir la “inteligencia” para no cometer el mismo error que se hizo al nombrar la inteligencia artificial3.
Con el fin de no utilizar una definición humana de la inteligencia, utilizaremos la definición de Legg y Hunter4, quienes definieron la “inteligencia universal” con base en una recolección de 70 definiciones:
La inteligencia es una propiedad que posee un agente al interactuar con su entorno.
La inteligencia se relaciona con la capacidad del agente para alcanzar el éxito o el beneficio en relación con una meta u objetivo.
La inteligencia depende de la capacidad del agente para adaptarse a diferentes objetivos y entornos.
En este sentido, la inteligencia no es exclusiva al humano o a otros animales, toma en cuenta la capacidad de un organismo para responder adaptativamente al entorno con el propósito de lograr el objetivo de prosperar. Desde esta perspectiva, la inteligencia es el procesamiento de información para sostener la vida.
En contraste, autores han cometido el error de tomar una actitud engañosa desde la inteligencia humana, sin considerar la naturaleza general de este concepto, argumentando que la inteligencia humana es un concepto ambiguo y subjetivo, y que no existe un consenso universal sobre su significado5. Sin embargo, estudios han mostrado la resolución de problemas y la adaptabilidad como los descriptores más utilizados para definir este concepto6, y otros hallazgos han demostrado un consenso real sobre sus componentes, afirmando que si se puede medir7. Dicho consenso muestra similitudes con los componentes de la inteligencia universal, lo que sugiere que su naturaleza no es exclusivamente humana. A continuación presento argumentos de Calvo et al.8 a favor de la inteligencia en las plantas.
Comportamiento de las plantas
La primera sección de la definición de Legg y Hunter hace referencia al comportamiento de los agentes con respecto a su entorno. En el caso de las plantas, se han observado cambios en las respuestas a la fluctuación de recursos, los cuales generan una plasticidad fenotípica, la cual se refiere a la capacidad de un organismo de cambiar de características observables en respuesta a su ambiente. Por ejemplo, las plantas presentan una resistencia a los insectos herbívoros, a las enfermedades y a ciertas señales abióticas extremas, como las altas o bajas temperaturas y las sequías.
Resolución de problemas en plantas
La segunda sección de la definición hace referencia a la efectividad o a la resolución de problemas del agente. En este caso, el objetivo principal en la vida de las plantas es maximizar el número de descendientes viables, es decir, las plantas “buscan” sobrevivir y optimizar sus recursos para colocar la mayor cantidad posible de flores en posiciones óptimas y, con esto, asegurar que sus semillas tengan más posibilidades de éxito.
Adaptabilidad de las plantas
Por último, la tercera sección se refiere a la capacidad del agente para adaptarse a distintos objetivos o ambientes. Las plantas cuentan con esta capacidad, pues ajustan su comportamiento según la precisión de su percepción, experiencias previas y la evaluación continua de las amenazas o los competidores de su entorno. Este aprendizaje es una forma de comportamiento adaptativo que les permite sobrevivir en ambientes cambiantes. Más adelante detallo sobre los procesos específicos de este aprendizaje.
La inteligencia adaptativa puede dividirse en tres dimensiones: conductual, adaptativa y ambiental. En las plantas, estas tres dimensiones trabajan juntas y generan una forma de inteligencia emergente que les permite sobrevivir y optimizar sus recursos en distintos escenarios9.
Comportamiento adaptativo e inteligente de las plantas
Antes de comparar la inteligencia vegetal con la inteligencia humana para describir su potencial en la investigación psicológica, me gustaría dejar en claro las razones por las cuales creo que las plantas si poseen facultades cognitivas, como el aprendizaje, memoria y comunicación. A continuación presento descripciones, argumentos y ejemplos.
Aprendizaje y memoria
De acuerdo con Okano et al.10, el aprendizaje es el procesamiento de memorización de información que permite cambios adaptativos en el comportamiento de un organismo en respuesta a su propia experiencia. El aprendizaje está altamente asociado a la memoria, y preguntarnos si las plantas pueden aprender requiere que primero nos adentremos en la existencia de la memoria de estas11.
Memoria.
Para demostrar que la memoria existe, debemos observar una respuesta a un estímulo que se retrasa más allá del tiempo de reacción de los reflejos o la mera irritabilidad. Esto implica cierta noción del tiempo, que incluso puede coincidir con cierta consciencia básica12. En algunas plantas, como la Lavatera cretica, sus hojas pueden anticipar la dirección del amanecer, incluso después de que se les impidiera seguir la luz solar durante varios días. La combinación de memoria y anticipación es consistente con la descripción fenomenológica del tiempo como la retención de un «momento presente» pasado y la proyección hacia un «momento presente» futuro por parte de un sujeto consciente. El sentido de lugar permanece incompleto sin esto, su dimensión temporal experiencial13.
La memoria en las plantas también se manifiesta en contextos de herbivoría, es decir, en la interacción entre depredadores y presas. Diversos estudios han mostrado que las plantas atacadas previamente exhiben respuestas defensivas más rápidas y contundentes frente a nuevas agresiones14. Además, los ataques de enfermedades y el estrés abiótico generan una memoria del desafío que se utiliza para la defensa ante episodios posteriores.
También se ven formas de memoria a corto y largo plazo. Un ejemplo es la Dionea, la cual muestra una memoria eléctrica y de corta de duración. Otras plantas implican cambios a más largo plazo en la expresión génica y, a su vez, alteraciones estructurales de la cromatina que pueden permanecer durante años15. Y existen informes sobre los efectos de cambios moderados de temperatura, cambios en los minerales del suelo y efectos de diversos tratamientos químicos o físicos que pueden perdurar de 5 a 12 generaciones1617.
Por otro lado, hay que considerar que si aceptamos que hay una mente sin representación, se vuelve completamente posible aceptar también que la retención de información pasiva provee evidencia para la memoria. Según Aristóteles algunos animales elevados en la jerarquía de seres vivos poseen mneme, una memoria directa, espontánea o pasiva, y esta se opone a la anamnesis, la cual es exclusiva al humano porque supone recuerdos, consciencia y esfuerzos de memoria18. Los idiomas inglés y español no reconocen la diferencia entre estos tipos de memoria, pero en el caso de las plantas es muy importante, pues debemos de desprendernos de la noción de consciencia para definir la memoria de las plantas. Y contrario a la idea de Aristóteles, la evidencia que presenté anteriormente demuestra que la mneme no es exclusivo a los animales, sino que también se presenta en las plantas.
Asimismo, es importante notar la capacidad de tratamiento y manejo coordinado de información por parte de las plantas hacia sus propios intereses. Una roca puede mantener registro de cualquier golpe que haya recibido, pero es incapaz de inhibir o reactivar dicho registro. Una roca puede restituir información almacenada enfriándose, dando vueltas en una colina empinada o rompiéndose, pero esa información no es integrada ni regulada con ninguna finalidad. En cambio, las plantas de día largo, por ejemplo, florecen cuando detectan un estímulo de luz roja y lo mantienen en su memoria como información celular, y también pueden inhibir su florecimiento si perciben un nuevo estímulo de luz roja a lo lejos19.
Por ende, existe retención, pero también un tratamiento y un manejo coordinado de información de acuerdo con los intereses de las plantas, lo que demuestra que la memoria es biológica y psíquica, y la evidencia que he presentado anteriormente cumple con cada uno de estos supuestos.
Aprendizaje.
Podría parecer incongruente utilizar la palabra “aprendizaje” cuando hablamos de plantas. Pero, hoy utilizamos esta palabra para softwares, robots y para algunas máquinas, entonces por qué no utilizarla para las plantas?
—Michel Tellier, Les plantes ont-elles une mémoire [traducida]
El aprendizaje se presenta en las plantas por medio de la habituación, y esta misma se presenta de dos formas: habituación y sensibilización. La habituación, estrictamente hablando, es la disminución de respuesta hacia un estímulo inminente pero repetitivo. Es decir, se refiere a cuando el organismo aprende a ignorar un estímulo potencialmente negativo, pero inofensivo. Un ejemplo de este tipo de aprendizaje se ha observado en la Arabidopsis thaliana, la cual reacciona a un choque frío con un aumento en el calcio citosólico, pero la reacción se mitiga si esta ha sufrido una exposición prolongada o repetida al frío previamente20.
Investigaciones lideradas por la dra. Monica Gagliano revelaron hallazgos innovadores sobre este tipo de aprendizaje, específicamente estudiando la Mimosa pudica (una planta sensible). Dichos experimentos demostraron que las plantas aprendían significativamente más rápido en ambientes difíciles (con poca luz) en comparación ambientes favorables. Además, se observó que los comportamientos aprendidos persistían hasta por un mes, manteniendo memorias estables incluso cuando se les movía a un ambiente diferentes, y la duración de la retención de estas memorias mostró similitudes con aquellas vistas en distintas especies animales. Asimismo, se revelaron mecanismos de respuestas adaptativas, donde las plantas demostraron una memoria selectiva con base en la relevancia de su ambiente, y mantuvieron la habilidad de responder a amenazas mientras se habituaban a estímulos dañinos21.
Tal vez una falta de aprendizaje en las plantas podría argumentar a favor de una distinción entre el comportamiento vegetal y el animal, pues estos útlimos poseen una mente y otras facultades cognitivas. Sin embargo, ambos seres, animales y plantas, pueden desarrollar una habituación como adición al fenómeno de prueba y error. Esto fue observado por Darwin en algunas plantas trepadoras, las cuales prueban el camino hacia arriba hasta encontrar una estructura óptima para unirse a ella.
La otra forma de habituación, la sensibilización, ocurre cuando la capacidad de respuesta general aumenta con la señal posterior22. En otras palabras, ocurre cuando un organismo anticipa un estímulo dañino. Y aunque se ha argumentado que tal vez este tipo de aprendizaje solo se encuentre en las plantas, otro estudio de Gagliano parece demostrar lo contrario. En dicho experimento se condicionaron guisantes (Pisum sativum) para asociar una fuente de luz con una corriente de aire. Se observó que lo guisantes se orientaron preferentemente sus tallos hacia la corriente de aire, incluso en ausencia de luz. Esta asociación no se observó en el grupo control23.
Comunicación
Desde la biología, la comunicación constituye la transmisión de información entre dos diferentes cuerpos. En organismos vertebrados, el sistema nervioso juega un papel fundamental. En el caso de las plantas, la comunicación se lleva a cabo a través de medios químicos, eléctricos o hidráulicos24. Pero ¿cómo pueden las plantas comunicarse si no ven, no crean ni escuchan sonidos, y no pueden moverse rápidamente para intercambiar el tacto?
Se ha estudiado la comunicación química volátil entre las plantas desde los años 80’s, y se sabe que algunas plantas, cuando son comidas por depredadores herbívoros, activan una señal de alarma, liberando sustancias volátiles bajo tierra a través de sus raíces. Esto funciona como una advertencia para sus otras hojas, e incluso para otras plantas cercanas de la misma especie. Cuando reciben la señal química, las hojas y otras plantas desencadenan mecanismos de defensa, produciendo sustancias tóxicas que hacen que las hojas sean indigestibles para posibles depredadores2526.
Otros ejemplos de comunicación en plantas que se han documentado incluyen la comunicación aérea entre ellas, y la comunicación con otras especies (insectos y hongos) por medio simbiosis27. Otras plantas reaccionan a la saliva de insectos comiéndose sus hojas a través de señales químicas que son enviadas para atraer al depredador del herbívoro. Además, algunas plantas forman redes de comunicación con hongos micorrízicos para compartir nutrientes28.
Sin embargo, algunos autores argumentan que el propósito de emitir mensajes químicos en el aire es comunicar información de manera más rápida a la misma planta29, y que otras plantas pueden recibir esta señal por accidente30. Pero hacer la intención algo necesario de la comunicación para negarle a las plantas dicha facultad es muy cuestionable. Por un lado, yo puedo tener la intención de comunicarle información a alguien a través de una carta, pero si mi carta se pierde antes de llegar al destinatario, entonces no hubo comunicación a pesar de mi intención. De manera contraria, puedo no tener ninguna intención de revelar a mi hermano una carta donde escribo mis frustraciones hacia él, pero si mi carta de alguna manera llega a su atención, entonces habrá comunicación a pesar de mi falta de intención.
Consciencia y cognición
El concepto de la cognición se confunde comúnmente con la consciencia, lo que automáticamente lleva a rechazar esta facultad en las plantas31. Sin embargo, la cognición resulta de la detección del ambiente y permite un proceso de mapeo para indicar qué está presente y en muchos casos dónde32. En este ensayo he expuesto diversos argumentos por los cuales las plantas poseen dicha facultad(es), por lo tanto, pasemos a discutir la consciencia.
No solo los animales son conscientes, sino todo ser orgánico, cada célula autopoiética, lo es. En el sentido más simple, la consciencia es una percepción del mundo exterior.
—Margulis & Sagan (1995) [traducida]
En el caso de los animales, se ha identificado que muchos vertebrados (y algunos invertebrados) poseen acceso a la consciencia, autoconsciencia introspectiva y social y consciencia del estado de su conocimiento33. Las plantas no poseen una consciencia reflexiva que les permite conocer sobre sus propias emociones, percepciones, conocimientos o actos. Sin embargo, esto no significa que no posean ningún tipo de consciencia.
Desde un punto de vista filosófico, se han definido diferentes tipos de consciencia que son independientes, hasta cierto punto. Estas incluye una consciencia espontánea, que se refiere a la consciencia inmediata del entorno de uno, y se ha argumentado a favor de la existencia de esta en todos los seres vivos, incluidas las plantas. Tomando en cuenta todo lo expuesto anteriormente, las plantas son conscientes del tipo de luz y contacto, de la gravedad de las señales químicas que reciben, de sus experiencias pasadas y de las condiciones de los cambios fisiológicos anteriores34.
Experimentos han demostrado que las raíces de las plantas pueden distinguir entre sus propias raíces y aquellas de otras especies35; estas evitan e inhiben el crecimiento cerca de raíces ajenas, pero no reaccionan de igual manera con sus propias raíces36. Esto demuestra un tipo de consciencia corporal, e incluso una consciencia social simple con respecto a plantas relacionadas37.
Similitudes de la inteligencia vegetal y la inteligencia humana
Tras la evidencia demostrada en las secciones anteriores, podemos concluir que las plantas son organismos inteligentes, pues interactúan adaptativamente con el ambiente, registrando, tratando, manejando y comunicando coordinadamente información que es utilizada con el propósito de sostener la vida. Lo anterior levanta una nueva cuestión y resalta la gran similitud que existe en el comportamiento de todos los seres vivos, incluso entre las plantas y los humanos. Sin embargo, al discutir lo anterior se corre el riesgo de antropomorfizar a las plantas, por lo que aquí detallo las similitudes y diferencias entre la inteligencia vegetal y la inteligencia humana.
Es evidente que las plantas presentan formas de comportamiento, memoria y aprendizaje que tienen similitudes impresionantes con aquellas observadas en el reino animal, aunque bajo mecanismos y manifestaciones propias de su fisiología. Las plantas, al igual que muchos animales, muestran una capacidad de adaptación conductual frente a estímulos ambientales, aprenden a ignorar estímulos irrelevantes o inofensivos, anticipan amenazas, almacenan información de manera selectiva y actualizan sus respuestas según la experiencia previa.
Estas similitudes no buscan homologar la mente vegetal con la mente animal o humana, pero sí nos obligan a replantear las concepciones tradicionales que excluyen a las plantas del estudio de la cognición y el aprendizaje. Como bien señala Gagliano, debemos abandonar la idea de que conceptos como memoria, aprendizaje o inteligencia son exclusivos de organismos dotados de sistema nervioso, pues estos procesos pueden emerger a partir de sistemas biológicos alternativos que cumplen funciones análogas. Desde una perspectiva funcionalista, lo importante son las capacidades adaptativas que dicho procesamiento permite, y no sólo la estructura anatómica que soporta el procesamiento de información.
En consecuencia, la inteligencia vegetal cumple con los criterios de inteligencia universal de Legg y Hunter, pues estas interactúan con su entorno de manera dinámica, resuelven problemas relacionados con su supervivencia y reproducción, y presentan una notable plasticidad adaptativa frente a contextos diversos y cambiantes. Estas capacidades, aunque emergen de una organización biológica distinta, comparten principios básicos con las formas de inteligencia observadas en animales y humanos, lo que revela que la inteligencia es un fenómeno más amplio y distribuido de lo que la psicología tradicionalmente ha considerado.
Implicaciones en el estudio y cambio de paradigma de la psicología
Esta revisión de la inteligencia vegetal no solo busca expandir nuestra comprensión de la cognición en el reino vegetal, sino que también plantea implicaciones profundas para el desarrollo de la psicología como ciencia. En primer lugar, nos enfrenta a la necesidad urgente de revisar las bases antropocéntricas sobre las cuales la disciplina ha construido muchas de sus teorías sobre la mente, el aprendizaje y la conducta. Si la psicología pretende superar su estatus proto-paradigmático, como argumenta Ludwin-Perry, debe abrirse a la exploración de modelos de procesamiento de información no humanos, incluyendo a aquellos organismos tradicionalmente excluidos, como las plantas.
En segundo lugar, el estudio de la cognición vegetal podría inspirar nuevas líneas de investigación en psicología comparada, etología cognitiva y ciencias cognitivas, permitiendo la formulación de teorías más generales sobre la inteligencia y el aprendizaje. Además, podría generar puentes interdisciplinares con áreas como la biología vegetal, la ecología, la filosofía de la mente y la inteligencia artificial, favoreciendo una visión integradora que permita comprender los principios universales de la adaptación y la cognición.
Finalmente, el reconocimiento de la inteligencia vegetal desafía las dicotomías clásicas mente-cuerpo, naturaleza-cultura y humano-no humano, empujando a la psicología a considerar una epistemología más pluralista, en la que la cognición sea entendida como un fenómeno emergente y distribuido en diferentes formas de vida. Así, la inclusión de las plantas en el estudio psicológico no solo enriquecería el campo teórico y empírico, sino que contribuiría a una transformación paradigmática que permita a la psicología consolidarse como una ciencia verdaderamente integradora y abierta a la diversidad de la vida.
P.S. Compren una planta y véanla con curiosidad, podría sorprenderles lo mucho que les puede enseñar sobre ustedes.
EXTRA: Una teoría de la sociabilidad adaptativa de las plantas desde una visión evolutiva
Dentro de mi investigación personal, no pude evitar reflexionar sobre las teorías del neurocientífico Antonio Damasio. Además de desafiar las concepciones tradicionales de la inteligencia, el aprendizaje y la memoria, la psicología de las plantas también invita a reconsiderar el papel de la sociabilidad en los organismos vivos desde una perspectiva evolutiva y adaptativa. En este sentido, creo enriquecedor poner en esta discusión la teoría de Damasio, quien propone una comprensión integral del cuerpo, la emoción, la consciencia y la sociabilidad como fenómenos altamente fundamentados en la biología.
Damasio sostiene que la vida, en todas sus expresiones, ha desarrollado mecanismos para preservar la homeostasis, entendida como el equilibrio dinámico que garantiza la prosperidad/supervivencia. Desde su perspectiva, incluso antes del surgimiento de cerebros complejos, los organismos unicelulares ya poseían inventarios básicos de autorregulación y reacción ante el ambiente. Esta concepción permite pensar que la sociabilidad, como estrategia adaptativa, es una extensión natural de la autorregulación básica, ya que permite ampliar el rango de predicción y control del entorno al integrarse en redes y comunidades38.
Siguiendo esta línea de investigación, Damasio plantea que la conciencia misma podría entenderse como una extensión evolutiva de la necesidad de regularse en ambientes complejos, permitiendo anticipar eventos, elaborar modelos del entorno y ajustar la conducta en consecuencia39. Así, la capacidad de predecir el entorno no sería exclusiva de los organismos dotados de sistemas nerviosos, sino que emergería gradualmente en formas más básicas de vida como una expresión de la necesidad biológica de seguridad y permanencia.
Este enfoque se complementa con la propuesta de Francisco Varela, quien sostiene que la vida es, antes que representación, relación40. Desde la perspectiva enactivista, Varela propone que los organismos no generan modelos representacionales del mundo al estilo cartesiano, sino que construyen sentido a partir de la interacción dinámica y recurrente con su entorno. La cognición es, en este sentido, un proceso corporizado y situado, donde el organismo se constituye en la medida en que se relaciona. Bajo esta mirada, las plantas, como sistemas vivos, no requieren representaciones conscientes del mundo exterior, sino que establecen relaciones significativas y adaptativas mediante procesos de acoplamiento estructural, comunicación química y respuestas conductuales plásticas.
Desde estas perspectivas, los comportamientos observados en plantas que colaboran, comparten información, advierten a sus parientes o modifican su conducta en función de la presencia de otros, pueden interpretarse como expresiones de una sociabilidad adaptativa no consciente en términos humanos, pero sí profundamente relacional y eficaz en términos biológicos. Como señala Damasio, la inteligencia y la sociabilidad no deben medirse únicamente en función de la posesión de un sistema nervioso complejo, sino desde la capacidad de un organismo para adaptarse, reorganizarse y establecer relaciones que favorezcan su supervivencia. Esto rompe con la visión antropocéntrica de la sociabilidad, permitiendo pensarla como una propiedad fundamental de la vida organizada, donde la relación precede a cualquier representación simbólica.
En este contexto, la psicología vegetal no solo amplía el campo de estudio de la psicología hacia organismos no neuronales, sino que también invita a repensar conceptos como comunidad, cooperación, comunicación y cultura en términos más amplios y biológicos, en línea con las propuestas de Damasio y Varela sobre la vida, la cognición y la sociabilidad como procesos de regulación, relación y acoplamiento con el entorno.
Kuhn, T. (2024). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica.
Trewavas, A. (2003). Aspects of Plant Intelligence. Annals of Botany, 92(1), 1–20. doi:10.1093/aob/mcg101
Valenzuela, E. (2025). ¿Inteligente o ingeniosa? Substack. https://nousysofia.substack.com/p/inteligente-o-ingeniosa
Legg, S., & Hunter, M. (2007). A collection of definitions of intelligence. In B. Goertzel, & P. Wang (Eds.), Advances in artificial general intelligence: concepts, architectures and algorithms. Frontiers in Artificial Intelligence and Applications. Amsterdam: IOS Press.
Chamovitz, D. A. (2018). Plants are intelligent; now what? Nature Plants, 4(9), 622–623. doi:10.1038/s41477-018-0237-3
Sternberg, R. J., & Berg, C. A. (1986). Quantitative integration. Definitions of intelligence: a comparison of the 1921 and 1986 symposia. In R. J. Sternberg, D. K. Detterman (Eds.), What is intelligence? Norwood: Ablex Publishing.
Snyderman, M., & Rothman, S. (1988). The IQ controversy, the media and public policy. Piscataway: Transaction Books.
Calvo, P., Gagliano, M., Souza, G. M., & Trewavas, A. (2019). Plants are intelligent, here’s how. Annals of Botany, 125, 11-28. doi:10.1093/aob/mcz155
Ibid.
Okano, H., Hirano, T., & Balaban, E. (2000). Learning and memory. Proceedings of the National Academy of Sciences, 97(23), 12403–12404. doi:10.1073/pnas.210381897
Hiernaux, Q. (2023). From plant behavior to plant intelligence? Éditions Quae. doi:10.35690/978-2-7592-3746-3
Ibid.
Marder, M. (2012). Plant intentionality and the phenomenological framework of plant intelligence. Plant Signaling & Behavior, 7(11), 1-8.
Frost, C. J., Mescher, M. C., Carlson, J. E., & De Moraes, C. M. (2008). Plant defense priming against herbivores: Getting ready for a different battle. Plant Physiology, 146(3), 818-824. doi:10.1104/pp.107.113027
Probst, A. V., & Mittelsten Scheid, O. (2015). Stress-induced structural changes in plant chromatin. Current Opinion in Plant Biology, 27, 8–16. doi:10.1016/j.pbi.2015.05.011
Cullis, C. A. (2005). Mechanisms and Control of Rapid Genomic Changes in Flax. Annals of Botany, 95(1), 201–206. doi:10.1093/aob/mci013
Moss, G. I., & Mullett, J. H. (1982). Potassium Release and Seed Vigour in Germinating Bean (Phaseolus vulgarisL.) Seed as Influenced by Temperature over the Previous Five Generations. Journal of Experimental Botany, 33(6), 1147–1160. doi:10.1093/jxb/33.6.1147
Aristóteles. (2022). Tratados breves de historia natural. Editorial Alianza.
Chamovitz, D. (2017). What a Plant Knows: A Field Guide to the Senses. Scientific American.
Xiong, T.-C., Bourque, S., Lecourieux, D., Amelot, N., Grat, S., Brière, C., Mazars, C., Pugin, A., & Ranjeva, R. (2006). Calcium signaling in plant cell organelles delimited by a double membrane. Biochimica et Biophysica Acta (BBA) - Molecular Cell Research, 1763(11), 1209–1215. doi:10.1016/j.bbamcr.2006.09.024
Gagliano, M., Renton, M., Depczynski, M., & Mancuso, S. (2014). Experience teaches plants to learn faster and forget slower in environments where it matters. Oecologia, 175(1), 63–72. doi:10.1007/s00442-013-2873-7
Eisenstein, E. M., Eisenstein, D. L., Sarma, J. S. M., Knapp, H., & Smith, J. C. (2012). Some new speculative ideas about the “behavioral homeostasis theory” as to how the simple learned behaviors of habituation and sensitization improve organism survival throughout phylogeny. Communicative & Integrative Biology, 5(3), 233–239. doi:10.4161/cib.19480
Gagliano, M., Vyazovskiy, V. V., Borbély, A. A., Grimonprez, M., & Depczynski, M. (2016). Learning by Association in Plants. Scientific Reports, 6(1). doi:10.1038/srep38427
Trewavas, A. (2014). Plant Behaviour and Intelligence. Oxford University Press.
Baluška, F., Mancuso, S., & Volkmann. (2007). Communication in plants: neuronal aspects of plant life. Springer-Verlag Berlin. doi:10.1007/978-3-540-28516-8
Baldwin, I. T., Halitschke, R., Paschold, A., von Dahl, C. C., & Preston, C. A. (2006). Volatile Signaling in Plant-Plant Interactions: “Talking Trees” in the Genomics Era. Science, 311(5762), 812–815. doi:10.1126/science.1118446
Selosse, M. A. (2017). Jamais seuls. Arles, Actes Sud.
Simard, S. W., Beiler, K. J., Bingham, M. A., Deslippe, J. R., Philip, L. J., & Teste, F. P. (2012). Mycorrhizal networks: Mechanisms, ecology and modelling. Fungal Biology Reviews, 26(1), 39–60. doi:10.1016/j.fbr.2012.01.001
Chamovitz, D., op. cit.
Heil, M., & Silva Bueno, J. C. (2007). Within-plant signaling by volatiles leads to induction and priming of an indirect plant defense in nature. Proceedings of the National Academy of Sciences, 104(13), 5467–5472. doi:10.1073/pnas.0610266104
Segundo-Ortin, M., & Calvo, P. (2018). Are plants cognitive? A reply to Adams. Studies in History and Philosophy of Science Part A, 73, 64-71. doi:10.1016/j.shpsa.2018.12.001
Gagliano, M. (2015). In a green frame of mind: perspectives on the behavioural ecology and cognitive nature of plants. AoB PLANTS, 7. doi:10.1093/aobpla/plu075
Le Neindre, P., Dunier, M., Larrère, R., & Prunet, P. (2018). La conscience des animaux. Versailles, éditions Quae.
Chamovitz, D., op. cit.
Sultan, S. E. (2015). Organism and Environment. Oxford University Press.
Mahall, B. E., & Callaway, R. M. (1996). Effects of regional origin and genotype on intraspecific root communication in the desert shrub Ambrosia dumosa (Asteraceae). American Journal of Botany, 83(1), 93–98. doi:10.1002/j.1537-2197.1996.tb13879.x
Hiernaux, Q., op. cit.
Damasio, A. (2022). El extraño orden de las cosas: La vida, los sentimientos y la creación de las culturas. Paidós.
Damasio, A. (2021). Sentir y saber: El camino de la consciencia. Ariel.
Varela, F. (2017). De cuerpo presente: Las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Gedisa Mexicana.